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Gastronomía, cuna de la Economía Naranja

Creadores del concepto de Economía Naranja en la región deben superar la resistencia a creer que la comida es un negocio

El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha hecho un buen trabajo: si bien solo Chile tiene -oficialmente- a la Economía Naranja como bandera de su próxima etapa de crecimiento, buena parte de los empresarios y académicos de la región muestran entusiasmo por ella. Y no son dos grupos que suelan estar de acuerdo en Latinoamérica.

Parte del entusiasmo proviene del componente digital de la Economía Naranja, más con énfasis en los videojuegos (quizás el negocio de siglo) pero también las aplicaciones que hacen sentir a quienes están en ese mundo, que América Latina esta vez está llegando a tiempo a una revolución industrial.

Los titubeos empiezan cuando la gastronomía entra en la ecuación, porque en eso España nos lleva mucha ventaja: la comida y la internet todavía no han encontrado una buena manera de casarse en Latinoamérica.

No obstante, la resistencia parece estar más del lado emprendedor que del cliente quien todo lo busca en redes e internet: solo por ello, la región está más lista de lo que los empresarios parecen creer.

No solo lo digital es Naranja 

¿Por qué nos cuesta pensar que la Gastronomía es parte de la Economía Naranja? Creemos que hay dos prejuicios de base conspirando en contra:

A. Creer que tener un restaurant o producir dulces caseros no es tener una empresa sino un, “negocito”.

B. Asociar a la EN con las empresas “creativas” vinculadas al consumo cultural (cine, teatro, juegos, conciertos, etc.) y olvidar que la herencia cultural que encarna la gastronomía TAMBIÉN es cultura.

Tener éxito en el mundo de la gastronomía requiere de talento, de creatividad e, inclusive, puede requerir de preservación de propiedad intelectual, todos ellos factores que describen a la Economía Naranja.

En este punto, en algunas caras aparecen sonrisas burlonas. ¿Puede alguien registrar como suyo al taco, a la arepa o a la bandeja paisa? Probablemente no, pero podría hacerlo si demuestra variaciones propias que sean exclusivas.

Después de todo, el chocolate es un producto inspirado en una bebida azteca que no llevaba leche. Además, México aún no produce cacao. Así que, en teoría, el chocolate no es azteca. Quizás ni siquiera americano porque la leche de vaca es eminentemente de Europa y esencial para el chocolate.

En contraste, ¿puede pensarse que la pizza REALMENTE existió antes de llevar salsa de tomate? Los griegos dicen que sí y reclaman la autoría, pero el resto del mundo está en desacuerdo.

Saliendo de la caja 

Finalmente, nada es más americano que el maíz: producto natural y autóctono que marca la dieta del continente de polo a polo.

Pero el Corn Flakes es de Kellogg. Sin discusión. Los waffles seguramente están tan registrados como la Oreo o las hamburguesas de McDonald’s en una demostración de que los países altamente industrializados entendieron hace años que la comida es un negocio. Y uno que, además, produce mucha, mucha plata.

Quizás todavía nos cueste pensar en la Gastronomía como Naranja por encima de las artes, la publicidad, el cine o el mundo editorial, pero, si recapacitamos en la cantidad de verticales que pueden integrarse con ella (producción agrícola, hotelería, entretenimiento) probablemente descubramos que la gastronomía es el corazón mismo de la economía ya sea naranja, plateada, verde o transparente.

Es un negocio con todas las de la ley y todas posibilidades de generación de impacto económico y social. Convertirlo en rentable y productivo requiere de creatividad, inteligencia, ingenio y organización, pero, sobre todo, de talento con profesionalismo. Y no hay nada más “Naranja” que el talento.

http://www.rilugio.co

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